La fascinación por sumergirse en aguas termales mineromedecinales viene de la época de griegos y romanos.

Bañarse en este tipo de aguas, en un ambiente de naturaleza privilegiado además de placer, generaría efectos inmediatos tales como:

  • Aliviar el estrés y tensiones
  • Relajar músculos
  • Liberar toxinas
  • Favorecer la circulación
  • Recuperar la salud y estética de la piel

Resultados más terapéuticos estarían dados por las características fisicoquímicas propias de cada fuente termal, pero además por la periodicidad, frecuencia y forma de uso de estas aguas.

De acuerdo a los resultados analíticos, estas nuestras aguas mineromedicinales poseen una composición muy equilibrada.

Se componen de niveles de sulfato, cloruros, calcio y magnesio importantes. Tienen una mayor tendencia a ser sodio-bicarbonatadas y levemente alcalinas (pH 7.7), con muy buen nivel de mineralización (STD). Siendo, por los componentes antes mencionados, catalogadas como aguas de vírgenes; es decir puras, cristalinas y con bajos niveles de nitratos, excepcionales para fines terapéuticos y de relajación.

Bondades y propiedades en función de los resultados analíticos

Respiratorias:

Las aguas del Cañón del Blanco tendrían  una acción mucolítica y anti inflamatoria en las vías respiratorias altas y bajas. Muy beneficiosas para pacientes con asma o enfermedades obstructivas.

Aparato Digestivo:

Estas aguas estimularían la secreción de enzimas pancreáticas, biliares y gástricas. Son útiles para aumentar la velocidad del tránsito intestinal. Tiene acción sobre el intestino grueso, mejorando los movimientos peristálticos. Favorecen el vaciado gástrico, teniendo efectos laxantes. Es recomendada para ser utilizada en enfermedades digestivas y biliares, como también discinesias (movimientos anormales e involuntarios).

Piel y mucosas:

Las aguas mineromedicinales de este valle estimularían la cicatrización, son favorables en procesos cutáneos, teniendo una rápida acción antiinflamatoria y desinfectante. Tienen propiedades que favorecerían  la reparación de tejidos (tisular) y la cicatrización, así como la circulación sanguínea y linfática; todas acciones atribuibles a su componente clorurado.

Óseo:

Los baños con las aguas del Cañón del Blanco mejorarían las afecciones óseas, favoreciendo la movilización y eliminación del ácido úrico urinario.